Entrevista a la Dra. Alba Sánchez, autora del libro "Me va a Doler"

15-01-2024

En este blog encontrarás una entrevista exclusiva con la Doctora Alba Sánchez Torres, quien nos hablará de su nuevo libro, titulado "Me va a doler."
La Dra. Alba Sánchez es una profesional destacada en el campo de la odontología, con una licenciatura en odontología, un máster en cirugía bucal y un doctorado de la Universitat de Barcelona. Además, desempeña el rol de profesora asociada en el Grado en Odontología y el Máster de Cirugía Bucal. Su experiencia se refleja en numerosas publicaciones científicas en revistas de alto impacto, participación en ponencias de prestigio y su labor como revisora en revistas científicas relacionadas con la docencia universitaria y la cirugía. Combina su labor docente e investigadora con la práctica en una clínica privada.
No te pierdas esta oportunidad de aprender de una experta en el campo y descubrir cómo su libro puede cambiar la perspectiva sobre la odontología y el bienestar de los pacientes. ¡Dale play a la entrevista y prepárate para una transformación en tu práctica dental!
Inibsa

 

  1. Doctora, ¿de dónde te surgió la idea de escribir el libro “Me va a doler”?

La idea de escribir este libro no fue la idea de un libro como tal, sino que fue una necesidad personal de volcar mis experiencias en la consulta, esa mochila emocional profesional que se va llenando y esa cantidad de pacientes que tienes que atender no solo a nivel odontológico sino también psicológico. Así que, lo que empezó siendo un diario de reflexión, acabó siendo un… ¿cómo puedo plasmar estas reflexiones y estas pautas que les doy tantas veces a mis pacientes? Cuando empecé a verlo escrito, algo tomó forma en mi cabeza y pensé, si lo hago en forma de libro en clave de evidencia científica, podría ayudar a muchísimas personas. Y así empezó la idea.

 

  1. En el libro, hablas sobre superar el miedo al dentista. ¿Crees que esto es realmente posible?

Por supuesto, sí que es posible. No solo perder el miedo (o vencer incluso como pone en la portada del libro) sino aprender a gestionarlo y convivir con él. En primer lugar, es importante saber o conocer la intensidad de nuestro miedo porqué no es lo mismo un nerviosismo, una ansiedad anticipatoria que una fobia que nos limita la acción. Lo segundo más importante es conocer a qué le tenemos miedo. Por ejemplo, podemos tener un miedo a estímulos específicos, como las agujas, un temor a las reacciones físicas que nos pueden ocurrir con este tratamiento o esa situación, una ansiedad generalizada que además se junta con más patología a nivel psicológico, como una agorafobia, o incluso una desconfianza del personal que nos está tratando. Así que, cuando tenemos más información acerca de nuestro miedo estamos un pasito más cerca de poder resolverlo.

 

  1. ¿Cómo surge este miedo al dentista?

El miedo al dentista tiene entre otros tres posibles orígenes. El primero es el condicionamiento por experiencias previas, sobre todo cuando son pacientes que han tenido un trauma, una mala experiencia asociada a una situación de tratamiento. Es fácil que cuando se vuelve a dar esa situación similar experimenten reacciones físicas que experimentaron en su momento anticipando ese problema.

El segundo origen sería el aprendizaje vicario. Para entenderlo vamos a imaginar una situación familiar donde un niño observa el postoperatorio tórpido de su madre, por ejemplo, le han extraído un tercer molar. Esta madre, además de expresar su dolor, su molestia, su incapacidad para comer tiene complicaciones post operatorias y el niño, además de los otros integrantes de la familia, está observando lo mal que lo está pasando. Esto hace que el dolor de la madre sea vivido como una experiencia propia.

El tercer origen sería la exposición a información negativa. Por desgracia, estamos muy acostumbrados a tener este tipo de información en redes sociales o en internet. Esto se podría dar de forma fácil cuando buscamos o le preguntamos al doctor Google o entramos en algún foro donde alguien nos explica sus malas experiencias. De este modo nos podríamos ir contaminando también con experiencias de otras personas que no tendrían por qué marcar la nuestra.

 

  1. De entre las recomendaciones que ofreces en el libro "Me va a doler," ¿podrías destacar dos que consideres particularmente importantes?

Principalmente destacaría el hecho de tener una libreta que vamos a llamar una libreta de superación, de mi mejor versión, una libreta reflexiva porque es muy importante podernos monitorizar y ver nuestra evolución a lo largo del tiempo, no solo a nivel de paciente, sino ¿c´ómo estoy antes de ir a la consulta?, ¿cómo estoy dentro de la consulta? Escribir unas líneas en la sala de espera o una vez haya llegado a mi casa, ¿qué tal lo he hecho? A nivel profesional también porque nosotros sufrimos muchas veces esa ansiedad del paciente, ese dinamismo de tener que ir rápido o de intentar hacer las cosas lo mejor posible para no causar ningún dolor. Así que pienso que tener esta herramienta nos va a ayudar a reflexionar y a ser más autónomos en nuestro aprendizaje tanto como paciente como profesional.

La segunda que destacaría es la respiración consciente. Evidentemente respiramos todo el día, pero no paramos atención. Lo ideal sobre todo en casos de que nos vamos a enfrentar a situaciones que van a ser difíciles para nosotros, incluso desagradables, es darnos cuenta de que a pesar de todo podemos respirar y no solo a nivel de pacientes, sino, una vez más, a nivel de profesional tenemos que hacer una respiración consciente utilizando nuestro diafragma, es decir, notando como se expande nuestro abdomen porque de esta forma vamos a aumentar nuestro tono vagal y vamos a hacer que este sistema de aviso parasimpático nos ayude durante esos momentos.

 

  1. ¿Cuándo escribías “Me va a doler” en quien pensabas? ¿Para quién va a ser útil la lectura del libro?

Como he dicho anteriormente, empecé a escribir este libro sin tener un formato de libro por motivos personales. Al principio pensaba en mis pacientes y pensaba en anécdotas (incluso algunas están incluidas en el libro) que podrían servirle a mucha gente. Sin embargo, cuando acabé de escribirlo, me di cuenta de que era una guía, un manual para profesional porque empezar a entender y estudiar el punto de vista del paciente y su experiencia como profesionales, nos sirve mucho para poder conectar con nuestros pacientes. Muchas veces trabajamos, trabajamos, trabajamos y nos vamos desensibilizando con las situaciones que el paciente puede vivir como desagradables. Así que estas líneas pueden ser una invitación a volver al sillón dental y darle un poco la vuelta a todo este asunto.

 

 

  1. ¿Cuáles son los efectos que el miedo al dentista puede tener, tanto para el paciente como para el propio dentista?

El miedo o la ansiedad dental, que así es como se la llama en el entorno científico, tiene repercusiones a nivel del paciente. En primer lugar, porque fomenta el círculo vicioso de evitar acudir a la consulta. De hecho, este círculo vicioso está publicado desde hace ya más de dos décadas. Fomenta que, además de tener miedo, el paciente sienta una vergüenza extrema por su estado de salud que además le induzca sentimientos de culpa y que a su vez le perpetúan y le magnifican ese miedo o esa ansiedad haciendo que evite acudir a la consulta, acudiendo más tarde y necesitando un tratamiento más invasivo. Esto alimenta la premonición de lo desagradable que puede ser ir a la consulta o de la necesidad de tratamientos invasivos.

Para el profesional, por supuesto, el miedo del paciente tiene muchísimas repercusiones. En primer lugar, porque parece ser que un paciente con ansiedad va a hacer que nosotros también tengamos mayor ansiedad. ¿Qué ocurre, sobre todo, en el campo de la cirugía? Ocurre que, a más estrés laboral, a mayor ansiedad, peor comunicación con nuestro equipo, peor asertividad y trabajo en equipo y, sobre todo, nos limita nuestra destreza manual. Con lo cual, un profesional que está actuando o haciendo un tratamiento con un mayor grado de ansiedad va a tener una menor destreza manual, a nivel cognitivo le va a costar más tomar decisiones y esto puede repercutir en mayores errores durante la ejecución del tratamiento.

 

 

  1. Además de tu labor como autora, ejerces como cirujana bucal en el Hospital HM para niños. ¿Cuáles son las diferencias notables al tratar a pacientes pediátricos en comparación con adultos? ¿Cómo se aborda el estrés y el dolor que puede surgir durante una intervención dental en niños y preadolescentes?

Sí que es cierto que hay una diferencia y son los padres. Muchas veces la transmisión del miedo hacia los niños viene también del miedo o de la ansiedad dental que tienen los padres. Pero más allá de esto, la experiencia clínica me dice que los niños tienen muchísima capacidad para superar las adversidades. Sin embargo, cuando estamos hablando de la ansiedad dental en el adulto, estamos hablando de un adulto que puede tener cambios conductuales dentro de la consulta – interrupciones, muchas preguntas, llorar, levantarse del sillón – que nos llevan a pensar que en el fondo todos tenemos un niño dentro.

Quiero decir que siempre, sean niños o adultos, para mí lo importante es ser honestos. Si sabemos que el tratamiento aún nos va a durar 20 minutos, no decirle al niño ni al adulto «ya está», «ya casi vamos a acabar», «ya quedan 5 minutitos» porque entonces no vamos a generar un vínculo de confianza: lo que vamos a emanar es «déjame hacer mi trabajo», «no estoy acogiendo tu miedo ni tu ansiedad porque lo que yo quiero es acabar» por mucho que lo hagamos por el bien del paciente.

La segunda cosa que yo destacaría es intentar ser nosotros la voz y el guía del paciente porque un paciente con miedo va a tener muchos inputs, muchos pensamientos disruptivos que le van a impedir respirar, va a tener una respiración rápida que para nada va a ser diafragmática y lo va a llevar a tener un exceso de oxígeno porque todo el rato estamos inspirando con lo cual en adultos es además frecuente que pueda haber hipotensión, incluso síncope vasovagal, y, sobre todo en mujeres, hiperventilación.

Entonces, lo que destacaría es intentar ser una guía con nuestra voz e intentar sugerir al paciente lo que está sintiendo, lo que va a sentir, lo que está ocurriendo, es decir, ser nosotros la verdad que viene después porque, si dejamos que el paciente tenga demasiados pensamientos hacia el futuro imaginando lo que va a suceder, puede complicarse.

Además, otra cosa que me gustaría destacar es posibilidad de hacerles preguntas de forma directa a nuestros pacientes. Sobre todo, cuando trabajo con niños, no los vamos a engañar, les pregunto mucho ¿te sientes capaz? ¿vienes con ganas de hacer esta extracción? ¿crees que lo vas a poder hacer? ¿Qué ocurre? El niño que se siente incomprendido («mi madre me ha obligado», «mi padre me ha obligado a estar aquí y que todo el mundo me está dando órdenes») se siente de repente preguntado y piensa que tiene algo que decir. Cuando buscan dentro, muchos se dan cuenta (porque es la mayoría) de que «es verdad, sí que me siento capaz» y es donde empezamos a construir la sesión porque la sesión empieza desde el «hola» que le digo a mi paciente o desde la visita previa a la intervención.

Después hay otro aspecto muy relevante en este tema y es ¿cómo nos ve la gente?

¿La gente nos ve como seres inanimados? El dentista ¿quién es? Parece que no sea una persona. Entonces, este profesional que me quiere hacer daño y, sobre todo, este tipo de pacientes que vienen con mucha desconfianza hacia el odontólogo. Si nosotros le damos la vuelta, preguntamos a los pacientes y ellos ven que somos un ser humano que trabaja, se dan cuenta de que hemos cambiado el rol hacia una persona a la que le gusta su trabajo y lo que quiere es ayudar a otras a través de su profesión.

 

 

  1. Después de haber escrito este libro, ¿podrías compartir tus proyectos futuros con nosotros?

Los proyectos de futuro que tengo pensados y algunos iniciados van en torno a los profesionales, porque realmente hay una carencia importante de entrenamiento de habilidades interpersonales, de gestión del estrés en el entorno laboral, de comunicación y asertividad dentro de los equipos e incluso de reflexión con nosotros mismos y de saber dónde tenemos nuestras ideas y nuestras emociones. Así que, no solo a nivel científico estamos preparando proyectos para cuantificar cuánto estrés tenemos dentro de intervenciones quirúrgicas, sino también a través de talleres, programas de formación específicos podremos desarrollar en los próximos meses o años tareas para los profesionales.